jueves, 9 de junio de 2011

“Una muerte lenta”.

Siempre deseamos, a la hora de morir, hacerlo en nuestra cama, plácidamente mientras dormimos, sin dolor, sin hacer daño a quienes tenemos al lado, simplemente dejando de respirar.
Pero una cosa es lo que se desea y otra es la cruda realidad.
Esa forma de dejar este mundo es la menos probable.Es más fácil tener que pasar unos dolores impresionantes, tener que estar postrado en una cama durante días, semanas o meses viendo como se apagan nuestras fuerzas.Haciendo llorar a diario a quien nos ve ahí tumbados mientras se desvanece nuestro recuerdo saludable.
Es triste, pero es así.
Nadie nos asegura ser felices, más bien lo contrario.
Nadie nos asegura no tener dolor, más bien lo contrario.
Nadie nos asegura que mañana despertemos.
Dormir es la “petite morte”…nos entrena a diario para dejar de pensar, de sufrir y de estar.

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