miércoles, 30 de noviembre de 2011

Agua, siempre agua! :D


No podía imaginarse un momento importante o mágico sin que hubiera agua cerca. Quizás ella buscaba inconscientemente que este elemento estuviera en su vida, o quizás era simple coincidencia…Lo único que sabía es que cuando necesitaba pensar, relajarse o sentirse especial desde su auténtica normalidad, siempre acababa rodeada de agua. Hacía demasiado que no veía el mar, y eso de vez en cuando la provocaba un sentimiento melancólico que intentaba envenenar su sangre, sin conseguirlo.
Recordó la última vez que estuvo en una playa, no pudo sentir la arena. Pasó junto a ella, la pisó calzada, pero no pudo sentirla entre los dedos de sus pies. Se alegra de que pasara aquello, porque ahora sabe que nunca más dejara que un momento así se pierda, no dejara pasar la oportunidad de sentir eso que tanto la gusta. Ella ya no consiente la pérdida de situaciones, aprende de las perdidas pasadas dándose cuenta de que todo sirve para algo.
Cierra los ojos, y se transporta a un tiempo pasado, en el que si se sentó sobre la arena. Puede sentir perfectamente el frío de la arena, puede oir nítidamente el sonido del mar, puede ver con perfecta definición las siluetas de las olas. La marea embravecida golpea contra las rocas mientras ella sólo siente que siente. Y eso no es poco!. Se supone que todos sentimos, pero en ocasiones hay personas que dejan de hacerlo…Y cuando recuperan ese momento mágico a pesar de no serlo, su respiración se ralentiza, su cuerpo se relaja, y sus constantes vitales se transforman en constantes.
La marea acaba sacando del mar todo lo que no le pertenece. Se encarga de limpiarse a sí mismo, escupiendo lo extraño a la orilla.



martes, 29 de noviembre de 2011

Debilidad no, humanidad!


Se miraba al espejo cada mañana preparándose para la actuación. Disimulaba sus taras mientras caminaba por una vida que no sentía plena. Su público se entusiasmaba con sus grandes relatos llenos de realidad maquillada. Hacía un tiempo que su sonrisa no exitía, pero él necesitaba forzarla hasta el infinito para que nadie se diera cuenta. Como buen hombre, digno de su “especie” no podía mostrar lo que sentía, no podía mostrar su ausencia de felicidad, ni siquiera el incremento de la misma…”Eso son debilidades”, pensaba él mientras se seguía mirando en aquel espejo que le intentaba demostrar que las cosas son mucho más simples. “Me encantaría explicarte que ese saquito de miedos, de cosas que esconder, de palabras censuradas que no dejas salir de tus labios no es una muestra de debilidad, sino de humanidad…Y eso, en un mundo de locos en el que nos comportamos como “bestias salvajes con los demás”,  jamás puede ser malo”.
Podemos aparentar fortaleza perenne, por supuesto. Pero ¿para qué seguir aparentando sin ser feliz? ¿No será mejor dejar de aparentar y poner la primera piedra en el camino hacia la felicidad, hacia la autenticidad?. Todos tenemos algo, sea tangible o no, una cosa o una persona, que nos hace sentirnos vulnerables, que nos arrebata nuestra fortaleza con la facilidad de quien se quita una pestaña de un soplido. Nadie está blindado del todo, todos tenemos un elemento en nuestra existencia que nos desactiva las defensas. ¿Por qué no, en vez de huir de ello, de escondernos, no lo aprovechamos abandonándonos a esa realidad tan pura que nos aporta el dejar la coraza en el armario?. Yo soy de las que se agarra a la felicidad, a pesar de saber que esta puede dañarme a la larga… Ya te he dicho que si escribir de esto sirve para que comiences a dejar al aire tus heridas y sean curadas por el viento, lo haré tantas veces como sea necesario. 




lunes, 28 de noviembre de 2011

Una carta para alguien que necesita leerla...



En toda vida, hay un momento (o varios) en los que el camino se llena de niebla impidiendo que podamos ver la meta, eliminando las imágenes dibujadas de aquellas cosas que teníamos pensado cumplir cuando llegáramos a cierta curva. Nuestra cabeza da vueltas a revoluciones inapropiadas, determinando lo que queremos para nuestro futuro…Que curioso que a pesar de madurar y de crecer no aprendamos! Inevitablemente nuestra naturaleza nos empuja a “planear”, pero siendo dueños de nuestros pensamientos, ¿cómo después de todo lo vivido en un “pasado incorrecto” podemos seguir jugando a imaginar?. Hoy he recibido una llamada que me ha hecho pensar en todo esto. Un personita que de pronto sin entender la razón, ha dejado de ver ese sendero que él mismo construyó, temeroso de dar un solo paso, pues no ve el suelo que le mantiene en pie.
Esos momentos de oscuridad, nos hacen pensar que nuestros deseos se acaban convirtiendo en nuestros demonios. Pero a pesar de no ver claridad, deberíamos saber siempre donde está el norte, y no dejar de “desear”, y no dejar de “imaginar”, y no dejar de “arriesgar”. Es mejor quemarse aunque duela, que nunca saber qué es sentir calor en la piel.
Por propia experiencia y ajena adquirida a base de quitar peso a quienes quiero, te digo que “las lágrimas que ahora son charquitos a tus pies”, te ayudaran a que tu barquito de papel navegue y llegue a puerto seguro.
Lo malo pasa, al igual que lo bueno… Por eso te digo de nuevo que sigas buscado esa luz, pero dentro de ti,no fuera… Que sigas agarrándote a lo que te hace sonreir,a pesar de saber que te puedes quemar…Y sobre todo que no dejes pasar la oportunidad de ser feliz, aunque esto implique un riesgo y una complicación.
No dejes que nada, ni nadie, pasado, o presente, te haga sentir que estás viviendo porque sí!. 

viernes, 25 de noviembre de 2011

Su esencia se estaba difuminando...


De camino a casa ,desde un sitio que no conocía a pesar de tener mucho significado para ella, dejaba que sus pensamientos fluyeses como siempre, de ese modo tan único que le hacía a ojos de los demás la persona más despistada del mundo. Muchas veces cuando se daba cuenta se había pasado su casa, todo por ir metida en su mundo de “fantasía real”.
Sus neuronas continuaban revoloteando a una velocidad excesiva. Y de pronto, sin saber por que razón recordó aquella imagen que a pesar de ser algo vivido en primera persona, incluso en el mismo momento de suceder, ella vió desde fuera. Allí había dos personas, una botella de vino y una copa. Fue una noche que a pesar de no tener nada de especial, para ella lo fue. Qué curioso que se acuerde de eso, que sepa que no tuvo ningún sentimiento de esos que ella temía, y a pesar de ello le siguiera provocando una sonrisa plena.
Empezaba a echarse de menos a si misma…Empezaba a echar de menos esos miedos que la parapetaban, que la consentían sólo ciertas licencias, y que en el fondo a pesar de parecer algo malo, le hacían tremendamente feliz. Había escrito uno de esos textos que nunca serían leídos por nadie que no fuera ella. Esa pequeña biblioteca privada que tenía tanto de su vida que no podía ser compartida, ni siquiera por aquellos que le querían. Esos escritos eran su terapia, los llevaba escribiendo muchos años sin que nadie tuviera conocimiento de ello…Los escribía sin pensar, sin dejar que la delicadeza tiñera sus palabras de un color más agradable a los ojos propios y ajenos.
Escribió y releyó. Después se dio cuenta de que se estaba complicando, su esencia en parte estaba difuminándose por el aire, dejando que otros la respiraran y se la llevaran…Y no le gustó.
Se prometió mucho. Cumplió mucho. Y ahora debía comenzar a desandar ese camino andado y volver a cumplir lo prometido.



miércoles, 23 de noviembre de 2011

Una tarde, una noche que tuvo de todo.


Una tarde genial, rodeada de aquellos eternos edificios madrileños que unían a la perfección lo terrenal con lo divino. Paseos llenos de calidez, pasos a cámara lenta, caminos que se tardan el triple en recorrer. Semáforos que cambian de color varias veces antes de que ella cruce la calle. Su sonrisa permanece mientras las palabras brotan de sus labios, sin necesidad de pararse ni un solo segundo a pensar en qué decir y qué no. Naturalidad plena que la comodidad provoca entre el ruido de todos los coches. Cuando menos se lo esperaba, se sintió ligera, la levantaron como si fuera una muñequita que una niña manipula a su antojo.
Vuelta a casa con una sonrisa y la mirada fija en la realidad.
Horas después una conversación con una amiga de esas que siente familia elegida, una de esas personitas especiales que a pesar de estar al otro lado del océano le llenaba de felicidad. Hacía muchísimo que no escuchaba su voz, a pesar de ser inevitablemente parte fundamental de lo que ella era. El tiempo se pasa volando cuando hablas con quien al otro lado te escucha sonriendo cuando tú lo haces, llorando cuando a ti se te caen las lágrimas. Esa gran amiga le llama “mi pequeño orgullo” y siente que algo bien ha hecho en su vida para que alguien tan especial le quiera como ella lo hace.
Finaliza la llamada, que siempre sabe a poco. Y de pronto sus manos, sin pensar, se dirigen a aquel botón, que significa volver a entrar en el bucle que le llevó a la autodestrucción. Su cabeza reacciona a tiempo, provocándole un asombro increíble…Cómo a pesar de todo, de que todo aquello no le importaba, aquella mano fue sóla, parada en el último momento… Las drogas que nos envenenan se quedan impregnadas en nuestra piel.
“Puedes rehabilitarte pero nunca dejar de ser esa persona que no podía evitar estirar el brazo para coger aquel chute de dolor”.

lunes, 21 de noviembre de 2011

Debilidad.


Veía cómo la persona que tenía delante no podía levantar sus pies del suelo, cómo desplazarse le implicaba reptar, arrastrar su cuerpo sin poder ponerle remedio. Después de un tiempo, pudo comenzar a caminar normal, mientras ella seguía observando cómo lo hacía. A pesar de que ya no se arrastraba, su debilidad era más que obvia, persistía a modo de recordatorio de lo que le sucedió cuando ella no podía mirar. Perdió el mundo de vista por un momento, tardó en encontrarlo de nuevo un tiempo que le pareció una eternidad, y para aquella persona ya no era lo mismo, estaría marcada por aquello que le sucedió, por aquello que le hizo desvelarse y sentir cómo se rompía por dentro día tras día.
Dio mil abrazos desde su debilidad. Necesitaba sentir protección, pero cuando la notaba durante tres segundos seguidos los fantasmas rondaban su cuerpo, haciendo que respirar implicara un gran esfuerzo.
Los barrotes de esa cárcel, en la que le encerraron y que ahora mantenía en pie, separaban con gran solidez lo que no sabía delimitar de “motu proprio”.
La arena de aquel reloj continuaba cayendo, acercándose el momento en el que habría que darse cuenta de que su tiempo había acabado.
Ella continuaba observando esta historia que no era suya, participando como espectadora…espectadora a la que le encantaría regalarle un salvavidas y hacer que se arriesgara a sentir, para bien o para mal.


sábado, 19 de noviembre de 2011

24 horas y tres deseos.


Le habían hablado de aquella lámpara con genio incluido. Ella a pesar de lo incrédulo de su naturaleza, quiso tenerla entre sus manos. Se la prestaron por un día, de esos reales que se componen de tan sólo 24 horas. El timbre sonó, sin mediar palabra aquella persona la puso suavemente en sus manos acompañando el gesto de una única frase: “recuerda, 24 horas y tres deseos”. Aquel mensajero, que no era tal, se dio la vuelta y comenzó a caminar hacia la salida, mientras ella estaba segura de que sonreía con la misma fuerza que diez segundos antes.
Se sentó en aquel puff que tantas horas le había regalado para pensar. Dejó aquella curiosa lámpara en el suelo, con toda la delicadeza que se merecía quien dentro esperaba a ser reclamado. Comenzó a pensar, mientras el paso de las nubes marcaba el paso del tiempo… El sol comenzó a esconderse mientras ella continuaba sin saber qué pedir. Se dio cuenta de que a lo mejor no quería que su suerte dependiera de algo artificial, de la manipulación de su presente para moldear un futuro que no sería natural.
No quería distorsionar la realidad, prefería sentir lo que tuviera preparado su curioso destino. Si el mañana le tenía destinado llorar, esas lágrimas serían como ella, de verdad, sin artificios. Y si la protagonista debía ser una sonrisa de las que no se borran en días, tendría la ilusión de saber lo auténtico de la situación.
Cuando el reloj marcaba su última hora, frotó la lámpara. El genio le preguntó cuáles eran sus tres deseos. Ella abrió los ojos mostrándole una admiración infinita. Y sin saber qué palabras iban a salir de su boca, dejó que el momento decidiera:
“Que cuando mi vida me haya de regalar felicidad sea de verdad y no un espejismo; que cuando la vida haya de regalarme infelicidad no sea compartida ni dañe a quien quiero; que mi ilusión sea como es, bipolarmente única”.
El genio mostró una mueca puramente humana y le dijo: “perfecto, entonces te dejaré como estabas, hasta el momento siempre te has encargado tú solita de cumplir esos tres deseos”.

viernes, 18 de noviembre de 2011

Iluminando Madrid de noche.


Apoyada en un poste, recibe la sorpresa de quien se encuentra a su lado esperando que se percate de su presencia. Una sonrisa como mejor saludo. A pesar de no hacer frío, se lo transmite mientras la calidez es la verdadera protagonista. Se agarran y comienzan a caminar hablando de un millón de cosas, con paradas frecuentes debajo de la luz de las farolas, que alumbran aquellas grandes calles. Empiezan a desandar el camino andado … Conversaciones llenas de sonrisas de esas que tanto le gustaban a ella, de esas que nacen sin necesidad de ensayarlas.
Un café de los que tanto les gustaba a ambos como único atrezzo de aquella escena. Como curiosos que eran, no pudieron evitar probar el café del otro. Volvió a vender…Volvió a comprar…

Aquella gran ciudad tan iluminada siempre, en la que un lugar oscuro era una leyenda, le seguía regalando tardes en las que el reloj se volvía loco.

miércoles, 16 de noviembre de 2011

Exprimiendo algo a lo que no hace falta sacarle zumo.


Una mirada es más que eso. Te dice todo lo que hace falta para saber lo que los demas no quieren expresar, lo que no nos consentimos mostrar. A pesar de que en ocasiones no queramos enseñar nuestras cartas, la partida continua. Una mirada puede expresar lo que las palabras esconden, lo que las mentiras maquillan, lo que las letras retuercen. Las reacciones se miden por la expresión de los ojos de quien se tiene enfrente. Ella siempre pensó que los ojos son el portal entre lo que se siente y lo que se dice.
En ocasiones enterramos nuestras ideas, intentamos cubrir con tierra lo que pensamos para evitar mostrar debilidad. Para acorazarnos ante la posibilidad de volver a lo pasado. Todos sin excepción en algún momento de nuestra existencia hemos lanzado un órdago sin buenas cartas.
Cada día tenía mas claro lo que no quería, a pesar de no saber lo que si deseaba para su vida. Le encantaba que una mirada ajena le hiciera reírse. Era una sensación cálida que no recordaba haber vivido,a pesar de que seguramente ya conocía.
Un día aquella incrédula, se dio cuenta de que los ojos que la miraban reaccionaban de acuerdo a lo que aquella boca decía y eso le gustaba…No tenía que desconfiar, no le hacía falta observar los detalles para saber, simplemente sabía que no tenía necesidad de hacerlo y eso le provocaba una comodidad novedosa.

martes, 15 de noviembre de 2011

Un pasado aleccionador.


Es curioso como la vida gira nuestro norte de la noche a la mañana. Podemos dejar una felicidad adquirida y supuestamente asegurada en un segundo, cambiándola por una tristeza tremendamente fría, o al revés. En un chasquido quien nos ha completado el corazón, pasa a ser quien lo ha destrozado, y al revés. La ilusión nace de una milésima de segundo, sin planificar, sin esperarla…creyendo que esa sensación ya nunca más volverá a vivirse en primera persona.
Todos tenemos una mochila cargada de pasado que tendremos que llevar en nuestra espalda para siempre, sin posibilidad de desprendernos de ella porque,entre otras cosas, forma parte de lo que fuimos, de los que somos,y de lo que seremos. A pesar de esa realidad indiscutible, hay algo que si está en nuestras manos… Saber llevar la mochila sin que el peso nos hiera por el camino. Sabiendo que existe, que nos acompaña, pero entendiendo que esta no puede condicionar nuestro presente. Aprendiendo de las lagrimas que en un calendario obsoleto se derramaron. Sin dejar que esas gotas saladas no hayan valido para nada.
Ella se sorprendía de que, a pesar de la bipolaridad que la solía acompañar y que derivaba de esa mochila, del puñado de miedos que no la dejaban normalizarse, estaba arriesgando, su madurez había llegado, le había atropellado sin un solo rasguño.
Abría la cremallera de aquel trozo de tela que portaba y observaba todo lo que ella albergaba sin esbozar una sonrisa en negativo. Lo pasado en muchas ocasiones sirve para darnos cuenta de lo que no queremos en nuestro futuro y eso es bueno, a pesar de haber necesitado poner el corazón en off para darnos cuenta.

lunes, 14 de noviembre de 2011

Perfecta definición!.


En la pared marcadas con tiza siete rayas, debía ser domingo. Aquel sofá le mecía suavemente mientras su mirada despistada sabía de la existencia de aquella figura de hielo tras de ella. Esa figura que ella había moldeado con mucho esfuerzo durante mucho tiempo, esa figura que ella retocaba muy rara vez para que su forma de cisne fuera perfecta.
Las nubes continuaban deslizándose sobre el cielo a gran velocidad. Comenzó a oir un ruído rítmico, de algo que chocaba contra el sueño marcando los tempos perfectamente, sin variaciones.
Desvió su mirada hacia aquel cisne que tanto sudor y lágrimas le había costado conseguir. Se estaba deshaciendo levemente, aquel ruido eran las gotas que caían mientras se derretía deformando sus formas perfectas. Era muy leve, pero lo suficiente para que la figura perdiera su perfección definición.
A ella le atemorizaba que llegara el verano, que el calor atacase a su cisne, que ese hielo perfecto se convirtiera en un charco sin forma, convirtiéndose en un mero recuerdo de su trabajo.
A pesar de temer, y de saber que sus miedos eran fundados, permanecía impasible escuchando como se derretía, eso sí, sin la tranquilidad que le caracterizaba.


martes, 8 de noviembre de 2011

Vendieron minutos...


El punto de encuentro lo marcaban unas letras mayúsculas como si de la X en un mapa del tesoro se tratase. Un saludo conocido y esperado. Comenzaron a moverse sin que ella supiera a dónde. Los nervios son mínimos pero existentes. Las palabras continúan brotando mientras las miradas se encuentran en determinados puntos de aquella carretera.
Los minutos pasan rápidos por comodidad, supone ella. Llegan al fin a aquel lugar que quiso regalarla porque sabía que le gustaba. Vendieron minutos, compraron sonrisas.”””.
El viento protagonizaba la escena, convirtiéndoles en meros figurantes mientras se contaban historias sobre aquel lugar. Su mirada clavada sobre aquel estanque donde una pareja de patos nadaban sincronizados. Bella danza que los humanos imitan.
Un puñado de frases sinceras que a ella le encantaba escuchar, no tanto por el contenido sino por parecer puramente verdaderas.
Su sonrisa no desapareció, a pesar de que las horas pasaban libremente frente a sus ojos.
Volvió a casa como una “brujita”.



miércoles, 2 de noviembre de 2011

Gotas de agua.


Se apoyó sobre aquellas grandes ventanas que siempre habían sido sus ojos al exterior. Su brazo comienza a empaparse del frío que las gotas transmiten desde el otro dado de ese cristal que comparten, que separa a ambos elementos permitiendo observar pero no calar.
Su mirada se perdía en el horizonte mientras las yemas de sus dedos perseguían el recorrido de las gotas que decoraban el cristal desde el otro lado. Mil pensamientos que la provocan una de esas sonrisas tan suyas, tan únicas, de esas que sólo se amplían hasta el infinito en soledad.
Su respiración se ralentiza como cada vez que el ruido del agua la acompaña, ese sonido que tanto la gusta…Y piensa una vez más, que todos los momentos especiales están rodeados de agua, siempre!. Coge aire oxidándose lentamente mientras sus ojos verdes continúan observando sin buscar. Para ella hay cosas que lo más cerca que las quiere es en la luna.
Continúa jugando con las gotas de agua sin poder llegar a tocarlas. De pronto una canción conocida comienza a sonar tras de ella. Con la misma lentitud con la que coge aire, se da la vuelta, coge el teléfono y ve en la pantalla un nombre conocido. Suspira profundo, sin que entienda la razón…Aunque intuye que es causado por la comodidad de quien “no dice la verdad, pero nunca la ha mentido”.
Su mejor terapia era no esperar nada a cambio, no pedir nada que no se hubiera cumplido ya en ese pasado imperfecto que tanto la gustaba tener en su mochila.
No jugaba con excesos insanos. No había perdido el norte para cambiarlo por un sucio sur, simplemente sus puntos cardinales se habían reorganizado. Su brújula continuaba funcionando perfectamente, perdiéndose donde ella decidía hacerlo.
Continuó observando ese exterior mojado, esas gotas que tanto la llenaban de calidez…Su sonrisa no podía ser mayor.