La calma le llegó de un modo temporal, recordándole quien había sido durante muchos años, eliminando ciertas necesidades que hace poco tiempo tenía muy presentes.
Pero todos volvemos a ser lo que somos, y ella hacía muchos meses había cambiado, no era la chica sensata, puramente racional que había sido. Quizá durante demasiados años pensó en exceso en el mañana, sin preocuparse del hoy. Y eso, entre otros factores, desencadenó que su antiguo yo muriera con otras tantas cosas de su vida.
Así que volvió a ser lo que esos tres meses fué. Comenzó a verse envuelta en situaciones que le recordaban aquellos meses locos que tanta salud le regalaron. Desde hacía dos días, retomó el no sentir, aunque es cierto que nunca volvió a hacerlo como lo hacía. Comenzó de nuevo a escuchar los susurros de quien tenía alrededor, mientras su sonrisa se convertía en perpetua.
Muchas llamadas, muchas palabras, muchas risas. En cierto modo no sabía si estaba haciendo bien, quizá se estaba equivocando, pero le encantaba equivocarse. Necesitaba equivocarse.
Ya no le hacía falta tomar decisiones, salvaguardar sentimientos, acunar lo que no era suyo.
De nuevo involucionaba con sus nuevas historias, con la conciencia tranquila por haber luchado lo que tenía que luchar, borrando mensajes, mandando otros nuevos.
Que bien se sentía sabiendo que estaba dando los primeros pasos hacia esa ilusión que tan importante era para ella.
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