En siete días.. Todo puede cambiar,podemos volver a inicio,
resetear una parte extensa de nuestro pasado cercano. En su día me fue
demostrado que las mutaciones en nuestros pensamientos pueden ser cuestión de
un solo detalle, en un solo segundo. A veces esperas ansiosa ese click, ese
algo que en un instante te saque de bucles que no quieres considerar dentro de
tu historia.
En siete días.. Vuelves a ver nevar, a sentir ese frío tan
particular en la cara, a escuchar esas voces que sientes tan tuyas, a mirar con
complicidad a esas personas que tan bien te entienden y que de vez en cuando
tienes la suerte de poder compartir con ellos un millón de risas y consejos sin
necesidad de una pantalla de por medio.
En siete días… Recuerdas de nuevo, que todas aquellas
promesas existieron por alguna razón. Recuerdas que fueron las responsables de
que el barro no te cubriera del todo y acabara siendo un triste charco a tus
pies. Alguien a quien quieres y te quiere, te recuerda lo feliz que eres cuando
cumples lo que tú misma decidiste: “te cambia la sonrisa, el modo de mirar..”
En siete días.. Comienzas a desandar el camino. De nuevo
retomas ese punto de inicio en el que “te encontraste a base de perderte”.
Relajas tus sentidos sin tener que dar cuentas a nadie, sin tener que explicar
las situaciones, sin tener que buscar los por qués más alla de que en ese
momento te apeteció.
En esos días, siete, en los que la pérdida ha sido el punto
de reunión, te sucede. Nada es todo al fin. Todo no es nada. Cambias para
reencontrarte con tu yo de hace medio año…
“Te he visto sonreír de nuevo de ese modo tan especial,
sabiendo que vuelves a no mirar los ojos
que te miran”.
Una frase que me ha gustado de estos siete días, más bien de
estas seis noches: Amar es lo contrario a pensar.
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