lunes, 16 de julio de 2012

Disney.

Aquella princesa fue creciendo, inevitablemente. Nunca creyó que el hecho de evolucionar cambiaría tanto su forma de ver aquel palacio, el bosque que lo rodeaba, el pueblo y a sus súbditos.
La mañana de su cumpleaños, hizo llamar a su doncella, la cuál era a la vez su gran confidente, para ir juntas a la cabaña del bosque a la que iba en verano cuando era una niña.
El trayecto se llenó de recuerdos, de dulces imagenes que le parecían cercanas en el tiempo. Cuando llegó volvió a verse con aquellas personas de las que había seguido recibiendo cartas, y que a pesar de no ver habitualmente formaban parte de su vida.
Comenzó a preguntar, interesándose por las novedades que hubieran sucedido en sus vidas, sin esperar más que buenas noticias.
Comenzó a ver que la realidad distaba mucho de aquellos recuerdos en blanco y negro pero con mil colores que le habían acompañado en el trayecto en carroza.
Le habían cambiado el cuento, la gente de su al rededor había vivido cosas que no eran tan perfectas como ella desearía.
Tras unas horas se sentó de nuevo en aquella carroza junto a su fiel doncella, regresando a palacio. El silencio fue el único protagonista hasta que lo quebró con unas pocas palabras: "no existe el felices para siempre".
Cuando hubo descansado de aquel agotador viaje, se sentó en la mesa junto a su amiga, que no pudo evitar interesarse por esas pocas palabras que viniendo de una princesa de cuento, eran más que novedosas.
La princesa, ante el interés de su amiga, comenzó regalándole una sonrisa. Le explicó que al fin se había percatado de los matices reales del cuento, de los detalles reales que se escondían tras las metáforas perfectamente definidas para públicos menores... El relato dejaba de hacer incapié en ciertos puntos de los cuentos, precisamente para no tener que enseñar la parte blanda de estos, para no tener que explicar que "el comieron perdices" escondía falta de liquidez, que el "vivieron felices" no especificaba en que proporción, que el "para siempre jamás" era algo que había que decir porque quedaba realmente mal cambiarlo por un "hasta que se acabó".

Al fin ella podía ver las partes de cuento que no se hacen públicas, aquellas que dignifican la historia a golpe de imperfección, las que humanizan a una dama que se cansó de su vagabundo.
Y lo mejor de todo es que lo hacía con una sonrisa, desde hacía cuatro días, desde que volvió a poner los pies sobre la tierra, desde que comenzó de nuevo a hacer caso a ese sexto sentido tan particular que le había regalado el escritor de aquellas páginas.
Le había hecho falta un beso de un príncipe encantado que ya conocía, y que no le regalaba complicaciones, para tener el deseo de comenzar el viaje hacia lo "cierto".

Al fin, ahora si se sentía de nuevo ella, sin cuentos que son relatos que esconden la parte que "puede herir la sensibilidad de los más inocentes" ...LLevaba tiempo creyendo que volvía a forjarse aquella máscara de porcelana que tanto la había protegido en el pasado. Pero fue hace tan sólo unos días, cuando realmente sintió que todo volvía a ser como debía... Como siempre propiciado por un beso de un "principe encantado"... Como nunca, sin esperar ni desear un baile con él al finalizar el beso.

(Para quienes prefieren no saber la parte oculta del cuento una sonrisa.... Para quienes preferimos saber lo que las palabras esconden, otra aún más plena).

1 comentario:

  1. Tiempo esperando a leerte esto:

    -las que humanizan a una dama que se cansó de su vagabundo

    -Como nunca, sin esperar ni desear un baile con él al finalizar el beso

    Besazo desde el sur de Madrid.

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