martes, 29 de mayo de 2012

Dos sin más.

Dos textos escritos.... Uno el viernes (primero).... Otro el domingo (segundo).

Era más..

Ella no era lo que creían quienes la observaban, era mucho más. No mentía sobre lo que la formaba pero no regalaba al mundo cada detalle de su ser, dejaba pedazos para unos pocos elegidos, que de verdad sabían quién era. Dentro de ella había dos personas muy distintas, que por suerte nunca se imponían a la vez, se daban el relevo cuando una se agotaba de ser la "estrella de la obra". Recientemente se habían pasado el testigo, dejando paso a ese "yo" suyo que tanto había disfrutado cuando lo descubrió hace un año. Sus misterios no eran perseguidos para ser descubiertos, porque la mayoría no sabían de su existencia. Sus sentidos eran peculiares, no era tacto, era caricias.
Era una persona que no deseaba compañía sino "presencia", que fotografiaba detalles de un segundo buscando en su cerebro el "pause" que les hiciera permanecer en el tiempo.
Buscaba sonrisas puntuales donde otros buscaban felicidad eterna. Le gustaba admirar cortos segundos de sonrisas no ensayadas, verdaderamente brotadas sin sentido.
Había disfrutado durante un tiempo de nuevo de algo tan simple como un abrazo, sustrayendo de él cada uno de los detalles que le hacían sentir comodidad y relajación. Cierto es, que esa etapa se marchitó, dejando paso a una en la que no quiere disfrutar de esos sino de otros detalles.
Mira atrás sin volver la vista a un pasado excesivamente lejano, y no se arrepiente aún sabiendo que habría cosas que borraría. Ha disfrutado muchas cosas en cuestión de meses, incluso disfrutó de un parón en su locura sana pero locura para volver a sentirse humana. Y eso, es algo que guardará con cariño, porque lo vivió de verdad, porque como ella decía "había sido perfecto a golpe de imperfección". Pero hace unas semanas se pasó el testigo, observando cómo vuelve a reconstruirse su yo fuerte, quizá frío y una gota cínico, que vive el día a día , la noche a noche, y lo que es mejor y más importante el detalle a detalle sin continuidad.

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Cambio por un día la luna por el sol.


Noches de esas en las que todo se pone en contra para salir. Al fin decides hacerlo, sin volcar esperanzas en esa luna, creyendo que los factores en contra harán de esa una noche corta.
Una llamada, un reencuentro con gente que no asocias a ese pedazo de tierra. Muchas conversaciones cruzadas como siempre, pero con un escenario distinto al habitual.

Acabas en un banco charlando mano a mano con quien ya has cruzado muchas conversaciones en un pasado caluroso, con quien las miradas encontradas no son una sorpresa sino un habitual, con quien no hay preguntas sino simples situaciones....  Disfrutas de la claridad de lo sencillo aportada por alguien en este caso de quien ya conoces sus pecas sin posibilidad de sorprenderte, del no tener dudas porque nadie se plantea nada que no esté sobre la mesa.

El sol calienta la situación durante horas mientras caminan calle arriba, calle abajo entre palabras y gestos haciendo tiempo uno en compañia del otro para más adelante encontrarse con quienes empezaron la noche.
Son situaciones que son un regalo, en las que nadie presta nada simplemente da.

Después de un tiempo reconstruyendo la muralla, te dan una noche así, de esas en las que la compañía te recuerda quien fuiste hace tiempo (sin necesidad de hablar nada que haya pasado recientemente), la validez de ese yo tuyo al que le has dado el testigo hace una decena de lunas.
Vuelves a la comodidad sin complicaciones y de la mano de quien en su día te ayudo a descubrir ese mundo de tranquilidad en el que no es necesario volverse loco con tonterías, sino en el que simplemente se disfruta del hoy.

Siempre hablo de las lunas, pero de ese día me quedo con el sol ;) .




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