lunes, 5 de septiembre de 2011

La magia de lo nada mágico continúa.


La noche continuó entre palabras, risas y momentos para el recuerdo con aquella minoría conocida con la que ya lleva compartidas las últimas cuatro vidas. Dentro de esa comodidad, de ese entorno que la hacía ser ella al tres cientos por cien, se encontró con que había cosas que aún podían sorprenderla. Sorpresa más que constante de aquellos cruces de miradas puntuales. Ojos nuevos para ella que la miraban con intriga,mientras ella devolvía la mirada con un toque de timidez.
Pasaron las horas como si hubieran pasado segundos mientras las sonrisas regaladas y recibidas eran una constante de la noche.
La luna, su querida luna, decidió que tenía que dejar paso al sol y se retiró bajo su mirada atónita, como ya venía haciendo desde hacía unos meses.
La luz comenzó a bañar su escenario y el de sus compañeros de juego. Eso no cambiaba nada, seguían sonriendo, seguían provocando sonrisas a conocidos y no tan conocidos.
Miró el reloj, aunque no solía hacerlo. Las ocho de la mañana habían pasado ya de largo, y esto ,sin saber muy bien por qué, hizo que se sintiera muy agusto.Cogió la copa con ambas manos, gesto más que habitual en ella cuando estaba totalmente relajada.
Un trocito de papel puso el broche a una noche especialmente divertida, en la que ella regaló miradas a gente que no era “habitual”, y a cambio recibió sonrisas y una historia que contar.

La luna nos regala millones de cosas, pero en ocasiones es el sol el que las pone el lazo rojo.

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