miércoles, 14 de septiembre de 2011

Una carta para la amiga que me ha regalado la alegría de ser tía.


Miro hacia atrás, una infancia compartida y son todo buenos recuerdos. Fotos que son pruebas vivientes de aquella felicidad que sólo era completa cuando éramos las dos las que la vivíamos. Llegó el día en el que nuestras sonrisas se separaron. Caminos distintos andados a la vez.
Muchos años pasaron hasta que volvimos a encontrarnos. Años en los que crecimos y vivimos muchas cosas parecidas sin saber que la otra versionaba nuestras propias vivencias.
Una de esas amigas que son parte de tu familia, de lo que tú eres, una de esas personas responsables de que tu infancia fuese plenamente feliz.
Dieciocho años sin vernos, cuando no contamos más de veintisiete a nuestras espaldas. Y a pesar de no necesitar vernos para seguir siendo especiales la una para la otra, a pesar de ello y del paso del tiempo, nos seguimos necesitando, nos seguimos extrañando… Seguimos “compartiendo”  aunque sea a miles de kilómetros. Amistad que no tiene en cuenta la distancia, ni el tiempo. ¡Qué pocas hay de esas!.
Un día normal recibes un mensaje de esa persona que siempre, pase lo que pase, será especial para ti y te regala una de las noticias más bonitas que te han dado en tu vida. Resulta que aquella niña que se quedó para siempre con una parcelita en mi corazón, aquella a la que llevo echando de menos dieciocho años, esa misma, va a ser mamá.
Después de tanto tiempo mi amiga del pasado más lejano me escribe: “Vas a ser tía”. No recordaba lo bonito que era sentir algo tan fuerte, abrir el corazón para recibir cosas como esta. No recordaba lo bonito que era llorar de alegría…
Te mando desde España millones de besos y un FELICIDADES inmenso, porque ahora empiezas algo maravilloso.Te mando también un GRACIAS porque vas a hacerme tía y por hacer que nunca me olvide de este día.
 Conociéndote se que vas a ser una gran mamá. Te quiero mucho.

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