sábado, 10 de septiembre de 2011

Una ventana abierta de par en par...


Tumbada en la cama sintiéndose incapaz de conciliar el sueño. Mil vueltas llevaba contadas ya, sin encontrarse cómoda por más de dos segundos seguidos. Aquella cama nunca le había parecido tan grande como en aquel momento. Las sábanas se arremolinaban en sus pies, impidiendo que sus movimientos fueran fluidos.
Sus ojos no podían dejar de mirar aquella gran ventana por la que no entraba ni una gota de luz. Se incorporó y comenzó a caminar hacia ella, mientras el viento movía su camisón blanco.
Se apoyó en el alfeizar de la ventana mientras intentaba buscar una luz que la hiciera intuir lo que en el exterior ocurría. Suspiró profundamente. De pronto sus pies impulsaron al resto de su cuerpo dejando aquella habitación atrás. Mientras caía no sentía miedo, sólo tranquilidad.
Abrió los ojos sobre saltada. Se vio en aquella cama que ya no la parecía tan grande. Su camisón seguía siendo blanco, pero el viento no lo ondeaba. Sonrió!.
Una pesadilla que se acabó en el mismo momento de saltar, no en el de abrir los ojos.
Durmió plácidamente un millón de días a partir de ese.

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