martes, 18 de septiembre de 2012

Ángel.

Era un ser especial, no sólo para ella. Una de esas personas que completa existencias ajenas facilitándote respirar día a día. De pronto desapareció sin poder decir adios. Se perdió para no volver. Dejó tras de sí muchas lágrimas, mucho vacío.
Ella no asumió esa ausencia de despedidas, la falta de razones que envolvían lo que para ella era la mayor injusticia del mundo.
Un día más la noche le empujó al mundo de morfeo. Allí se encontró con él de nuevo, jugando al dominó, donde siempre solían hacerlo. Escuchaba perfectamente su tono de voz, ese que con los años no sabe si sería capaz de distinguir. Tras aquella normalidad anormal, él le explicó que ya no estaba donde siempre estirando el brazo y señalando aquella piedra, y se despidió de ella. A pesar de la angustia, del despertar entre sollozos, aquello le dió lo que necesitaba.
Habrá quien diga que aquello sólo fue una jugada de su subsonsciente, un sueño vano que no es más que producto de sus propias angustias. Pero ella lo toma como para de "verdad", una " realidad entre sueños" de quien a pesar de ya no estar, la cuidaría para siempre.
A partir de entonces dejó de llorarle a una foto, dejó de unir recuerdos a lágrimas. Las cambió por sonrisas!Sonrisas de quien es feliz de pensar que alguien así formó parte de sus días, felicidad de quien sabe que tiene un ángel de la guarda que no necesitó irse para ganarse ese título.

Como ya escribí en una ocasión: "Los ángeles de la guarda son aquellos seres que en vida consiguen transformar tus lágrimas en sonrisas perfectas".

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