lunes, 20 de febrero de 2012

Café con olor a canela :D

Cuando alguien decide cambiar de cuaderno, dejar en la estantería todas las letras pasadas que se escribieron desde una ilusión ya casi apagada, cogiendo entre sus manos un nuevo libro en blanco en el que poder escribir nuevas consonantes desde otra perspectiva, la sangre se altera mientras la respiración se ralentiza.
Dejamos ese nuevo cuaderno, vacío, encima de la mesa esperando a que pase algo digno de ser plasmado en él, sin prisa de que pase, deseando más bien que tarde en ocurrir.
Pero la vida, "el destino ese en el que no cree", es curioso. Basta que le apetezca tranquilidad, vacío, falta de información que guardar entre esas cubiertas, para que aparezcan "situaciones" que complican aunque de un modo "no-negativo" la simpleza de lo que deseamos.
Los acontecimientos en su vida, se atropellaban, no había parones entre etapas, las transiciones eran minúsculas, casi inapreciables. Es cierto que la ruptura con lo escrito en pretérito, era algo más lenta, pero era cuestión de vivir un par de situaciones más.
Era una persona, que se alimentaba de la ilusión, de las sorpresas, de los detalles... No necesitaba grandes cosas, pero si muchas pequeñas que le aportaran sonrisa tras sonrisa.
Sacaba esa ilusión hasta de aquellas situaciones que no eran vistas como "positivas": un final, una distancia... Toda situación tenía una forma de verse en la que encontrar "alimento".
En su día se hizo muchas promesas de esas que se cumplen si o si. Y a excepción de un par de descuidos pasajeros, había cumplido cada coma de lo escrito en el contrato consigo misma. Una de las clausulas era que jamás tiraría de nadie que no le demostrara su interés en estar junto a ella. Que daría plazos para facilitar circunstancias, pero que tras estos, liberaría las ataduras de quien no se trabajase su compañía.
No era tan obtusa como para no entender necesidades ajenas, pero o la alimentaban de algún modo mientras esperaba resoluciones, o las conclusiones negativas finales le harían actuar con firmeza.
Si, era realmente complicada, desde lo simple de su ser. No eliminaba los registros de cariño pertenecientes a días ya acabados que no estaban en vigor, pero si dejaba que mutasen hacia un olvido relativo que le dejaba caminar con firmeza hacia esas páginas inmaculadas que comenzaba a escribir.

Ya había marcado con tinta una nueva página, de un nuevo libro...Los comienzos eran lo más auténtico... Le hacían sonreír con tanta fuerza que se desvelaba pensando en aquella sensación.
Gracias por regalarme un café con olor a canela :D .

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