sábado, 4 de febrero de 2012

Filtrándose en la arena.



Una vida llena (como todas) de compañeros perpetuos, de pasajeros temporales, de historias inapreciables con los años, de aventuras que se graban en nosotros.
Sabía distinguir, a pesar de no parecerlo desde fuera. Su cerebro era cada día más fuerte frente a la falta de sentimentalismo. Estaba acomodada en situaciones (egoístamente a gusto). No creía en un mañana, sólo asumía el “hoy”. La claridad se perdió entre las sombras que ella misma había creado. Pero estaba contenta, a pesar de saber que le encantaba empujar situaciones al vacío para poner el punto y final. No se entendía a si misma, se consideraba complicada aunque no lo dijera en alto…
Recordó ese “pato helado” del que ya he escrito alguna vez. Se dio cuenta de que seguía allí, en una esquina de la habitación, sin haber perdido un solo milímetro, continuaba perfectamente definido… Ella creía que ya no existía, que se había convertido en un charco, pero resultaba que la realidad distaba mucho de sus pensamientos.
Frío, duro…Había sobrevivido al verano adelantado. Quizá se había intentado engañar a si misma, conduciéndose hacia la normalidad.
Le quedaba claro que ya no sentía como antes, no quedaba nada a parte de esa ternura suya. El resto había muerto en la playa, filtrándose en la arena.
No era negativo…No era positivo….Tan solo “era así”. ¿Ahora qué hacía con esa información?.

Su cerebro hizo click una vez más.

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