Una vida llena (como todas) de compañeros perpetuos, de
pasajeros temporales, de historias inapreciables con los años, de aventuras que
se graban en nosotros.
Sabía distinguir, a pesar de no parecerlo desde fuera. Su
cerebro era cada día más fuerte frente a la falta de sentimentalismo. Estaba
acomodada en situaciones (egoístamente a gusto). No creía en un mañana, sólo
asumía el “hoy”. La claridad se perdió entre las sombras que ella misma había
creado. Pero estaba contenta, a pesar de saber que le encantaba empujar situaciones
al vacío para poner el punto y final. No se entendía a si misma, se consideraba
complicada aunque no lo dijera en alto…
Recordó ese “pato helado” del que ya he escrito alguna vez.
Se dio cuenta de que seguía allí, en una esquina de la habitación, sin haber
perdido un solo milímetro, continuaba perfectamente definido… Ella creía que ya
no existía, que se había convertido en un charco, pero resultaba que la
realidad distaba mucho de sus pensamientos.
Frío, duro…Había sobrevivido al verano adelantado. Quizá se
había intentado engañar a si misma, conduciéndose hacia la normalidad.
Le quedaba claro que ya no sentía como antes, no quedaba
nada a parte de esa ternura suya. El resto había muerto en la
playa, filtrándose en la arena.
No era negativo…No era positivo….Tan solo “era así”. ¿Ahora
qué hacía con esa información?.
Su cerebro hizo click una vez más.
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