viernes, 15 de julio de 2011

Huele a jazmín.

Sale a la calle.Pisa el suelo.Huele a jazmín.Los edificios la acompañan adornando los minutos.Grandes rascacielos que parecen perderse en el infinito.Recuerda de repente sus clases de arte, esas que tanto la gustaban.Es como si tuviera a su profesor allí mismo, impartiendo la lección, describiendo con aquella pasión que le caracterizaba esa sensación que  algunos artistas pretendían provocar con sus obras.Cómo muchos buscaron, tras muchos desvelos, que su obra uniera la tierra con el cielo, dando la apariencia ficticia de enlace entre ambos, del infinito sensorial.
A ojos de esta mujer, aquellos edificios que albergaban tantas vidas, eran la mejor representación de ello.Representaban a la perfección lo que a muchos les provocó muchas noches de insomnio, y lo que es mejor sin pretenderlo.
Continuó dejando que sus pasos la guiaran por aquel camino, ya conocido.
En un segundo, sus ojos se quedaron clavados, enviando una orden directa a los pies: "parad".La imagen que se reflejaba en sus pupilas era de cuento.Una gran calle, de tres carriles, en la que estaba nevando...Nevaban flores.Sus pupilas se dilataron, sus ojos se abrieron de par en par, mientras permanecía congelada en medio de la acera.Era perfecto.Media hora después nada había cambiado en aquella situación.Se llevó una mano al bolso buscando a su gran compañera, su cámara que siempre iba con ella.Sus ojos no variaron de dirección.Se dispuso a hacer su foto, la foto que para ella en ese momento era mágica.

Había conseguido disfrutar de esas cosas perfectas pero que normalmente pasan desapercibidas.Comenzó a andar de nuevo, con una sonrisa de oreja a oreja en la cara.Aquella situación era un regalo.





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