martes, 5 de julio de 2011

Viaje sin rumbo determinado.

Una maleta vieja y desdeñada.Una mujer que apoya su cara en la misma, mientras la sujeta con firmeza, abrazándola con ambos brazos.Un tren sin destino conocido.Ella sabe que la llevará a algún lugar,sin importarle que no sea uno concreto.Su mirada parece perdida pero en realidad no pierde de vista todo lo que sucede a su al rededor.
Observa todo mientras parece ausente, tantea su entorno sabiendo toda la información que tiene que saber pero pareciendo totalmente ingenua.
Y el tren sigue avanzando por las vías, traqueteando al ritmo de su respiración, o al contrario.
Su camino, haya sido largo o no, se le haya hecho pesado o no, ha finalizado.
El tren se para.Se oye la voz de un revisor diciendo: "última estación".
Tímidamente se levanta sin perder contacto físico con aquella maleta.Comienza a andar hacia la puerta de aquel tren lleno de fantasmas que la ha llevado a donde ella tenía que estar.
Y al fin sus pies tocan ese suelo, ese lugar que el destino la tenía previsto conocer.
Comienza a caminar, siguiendo los carteles de salida...Se encuentra con que aquella estación subterránea es tremendamente inhóspita, solitaria y con un toque lúgubre. Largos pasillos subterráneos que parecen nunca acabar. Su única compañera aquella maleta llena de pasado.

Al cruzar una esquina, ve al fin la salida al exterior.Sube los escalones, espera a quien a ese lado ha de ir a buscarla.Ella no ha quedado con nadie, pero su corazón la indica que allí es donde tiene que esperar, que allí alguien ha de recogerla.

Tras cinco minutos de espera, aparece esa persona que la recibe con un gran abrazo. Sus dedos abandonan la firmeza del viaje dejando caer aquella maleta llena de tormentas y tempestades.
Y se funde en ese abrazo, dejando que el cariño corra por su cuerpo libremente, sin cortapisas.
Tras unos minutos, se separan y se dan un beso en la mejilla.Comienzan a caminar mientras hablan de mil y una historias.

El sol desaparece en el horizonte, y ella se da cuenta de que ha perdido a su compañera de viaje, aquella que representaba los retales dañinos de algo que ya no era ella. Suspiró (cómo no) y se dejó llevar por el mundo de los sueños.

1 comentario:

  1. Algunos viajes nos llevan a donde tenemos que estar.Y las maletas mejor perderlas que bastante es tirar de ellas durante un tiempo.

    ResponderEliminar