jueves, 7 de julio de 2011

Un poquito de ti, que me ha encantado apropiarme.

Todo el camino hacia los túneles transcurrió entre sonrisas nada forzadas.Miradas complices de quienes habían compartido pequeños ratos desde hacía ya tiempo.Ratos mimados y cuidados en los que ninguno había dejado de ser puramente lo que era.Tanto lo bueno como lo malo surgía con una gran facilidad.
Dos manos separadas que en aquella oscuridad se encontraron para acabar fundiéndose en un beso cómodo y relativamente conocido.

Empezaron a caminar como los cangrejos, recorriendo el camino recorrido, volviendo al punto de partida mientras sus brazos se entrelazaban con el cuerpo de quien tenían al lado.

Encontraron su rincón.Un lugar tranquilo donde la luz seguía sin existir.Allí sus labios volvieron a ser uno.Sólo se separaban para reir y hablar.Pero nunca hubo ni un sólo silencio que no fuera justificado.

Respeto que, como pequeñas esporas suspendidas en el aire, revoloteaba sin necesidad de tener que materializar necesidades o ausencia de ellas.

Una noche que acabo de serlo, creando sombras de los cuerpos de ambos sobre el otro.

Cada uno volvió a donde le correspondía .

Al día siguiente necesitaron volver a saludar a la luna para despedirse del sol.



Hay historias, que aún no siendo propias, merecen una página en este rinconcito mío, en el que muchas veces hablo de mi y otras tantas de alguno de esos seres especiales que compartís conmigo todo y nada.

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