Su colonia seguía inspirando la respiración de quienes tenía
junto a ella, aunque había cambiado. Muchas veces pensaba en aquel bucle loco
en el que llevaba inmersa ya unos meses. Las preocupaciones no existían
mientras su sonrisa permaneciera “iluminando” aunque fuera a media luz, a
quienes tenían el detalle de gastar su tiempo junto a sus palabras.
El camino le había enseñado a caminar sin apartar las
piedras, sin huir de los obstáculos… Ese camino le había regalado gente nueva
que la hacía reir, y que le habían aportado esa gota de locura sana que
necesitaba para tener una vida más que emocionante. No existía día como el
anterior, las similitudes eran inapreciables… ¡ Constantes variables que diría
ella!.
Una canción sin lazo pero enviada desde “el cariño, que no
el amor” que describía a la perfección una parte de lo que ella estaba
viviendo. Una sonrisa producida por quien dijo: “Volví al bar
a la noche siguiente a brindar con
su silla vacía”.
Todos en algún
momento hemos brindado de ese modo, sin tener acompañante al levantar la copa,
pero estos son los momentos que preceden a la soledad, a aquella compañera que
es la más fiel y la más auténtica de todas. Una soledad elegida, una soledad
rodeada de amor del puro de que no ama sino quiere.
Mirando a
sus espaldas recuerda un sábado. Uno que no fue especial sino diferente. Uno
que le aportó una historia más para ese libro suyo que rodeado de agua
escribiría algún día y que ya tenía al menos un comprador.
Me gusta este brindis :-P
ResponderEliminarSi te quitas con arte el vestido te invito a champán
ResponderEliminarAl primero gracias y me alegro de que te guste ;-) .Aunque vuelvo a no saber quien es uno de mis pequeños firmantes.Jejejeeje.
ResponderEliminarAl segundo a parte de darle las gracias he de decir:¡Que grande! :-P