domingo, 2 de octubre de 2011

Una botella de vino y una tableta de chocolate.


Aquella cala era el lugar perfecto para albergar aquella situación. Una toalla sobre la arena, sobre la que ella y su acompañante compartían las vistas del oleaje chocando contra las rocas. Una botella de vino y una tableta de chocolate son sus únicos compañeros mientras las palabras fluyen con una facilidad asombrosa. No hay silencios, ni incomodidades.Parece que se conocen de toda la vida. Siguen compartiendo todo sin que nada les interrumpa. Las letras brotan sin ser pensadas ni calculadas…naturalidad ante todo. Se hacen sonreir. ¡Qué importante es eso!. No controlan las miradas, pero no importa porque las voces marcan el ritmo. La brisa les mece mientras continúan contando lo que a ambos les une. Tienen mucho en común, demasiado quizá.
Todos nos perdemos. Toda vida tiene puntos en los que el color se desvanece, dejando intuir las formas simplemente por el contraste del blanco sobre el negro. Lo que en otra época nos hizo felices, a veces se convierte en el foco de nuestra tristeza. Demasiados pensamientos que recorren nuestro cuerpo intentado buscar soluciones que no se encuentran en otro lugar que no sea en nosotros mismos. Dudas que enturbian sonrisas pasadas que ,depende de la situación ,son o no recuperables.  Pero por experiencia propia aquella mujer sabía que todas las penas acaban, todas las dudas se resuelven si somos sinceros con nosotros mismos. Y eso es lo que ella intentaba trasmitirle a aquel amigo que había perdido la luz de su norte, que sólo podía ver la niebla que se interponía entre él y sus sentimientos.
Tan sólo buscaba la sonrisa de quien escuchaba lo que ella decía. No intentaba entender por qué la importaba esa sonrisa.No intentaba buscar las razones que hacían que aquella persona tuviera tanto en común con ella. No la preocupaba ser ella de verdad en un tanto por ciento alto frente a este compañero de juego. Se sentía relajada, ante lo que en otra situación no le hubiera aportado absolutamente nada.
El sol dejó paso a la luna, o la luna al sol. Ellos continuaron compartiendo lo que ni siquiera compartían con sus compañeros de toda la vida, mientras él acariciaba la espalda de su amiga a ritmo de consejos.


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