domingo, 23 de octubre de 2011

Un gracias con misterio.


Una habitación a oscuras. En medio una única butaca dónde se encuentra sentada. En frente una pared en blanco dónde comienza a proyectarse el cañón de luz. Permanece expectante sin poder quitar ojo a aquella pared mientras el silencio le acompaña y la soledad le rodea. No se siente cómoda con las espaldas descubiertas, sin saber si de un momento a otro algo va a sorprenderla por detrás.
Comienza la proyección haciendo desaparecer aquella imagen blanca. Empieza a ver mil y una imágenes de las que ella es protagonista, cómo si alguien la quisiera mostrar su vida foto a foto. Todos los momentos especiales se reflejaban sobre aquella pared, que hacía tan sólo unos minutos le parecía fría e inhóspita.
Sus mirada no era capaz de desviarse ni por una milésima de segundo. Dejó que quien había tenido a bien montarle todo aquello, le enseñara todo lo que ella ,quisiera o no, había vivido en el pasado. Muchas de aquellas imágenes se habían perdido en su recuerdo con el paso de los años. Otras eran más que recordadas por la importancia del momento. Durante unos minutos, no sabe cómo, pero consiguió llorar de alegría y a la vez de pena.Pasaba de un sentimiento a otro saltando como si de un juego infantil se tratase.
La palabra fin con una interrogación puso el broche final a aquella película que alguien se había esmerado en producir. Continuó respirando profundamente mientras a su alrededor ya solo quedaba oscuridad. Sus piernas no respondían, no querían levantarse de aquel lugar en el que le estaba siendo tan sencillo pensar. Después de ver todas las fotos de una vida, mil y un errores, otros tantos aciertos, se dio cuenta de que estaba orgullosa de lo que era…No era perfecta, tenía un millón de “erratas grabadas a fuego en la piel”, pero había conseguido que mucha gente no pudiera vivir sin sentir cercanos sus fallos.
Una mano tocó su hombro cuando ella pensaba que se encontraba sóla. No se movió. No consintió que el misterio se desvelara dándose la vuelta y sabiendo. Cerró los ojos y sólo pudo decir: gracias por quererme lo suficiente como para hacerme tan feliz.

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