sábado, 19 de noviembre de 2011

24 horas y tres deseos.


Le habían hablado de aquella lámpara con genio incluido. Ella a pesar de lo incrédulo de su naturaleza, quiso tenerla entre sus manos. Se la prestaron por un día, de esos reales que se componen de tan sólo 24 horas. El timbre sonó, sin mediar palabra aquella persona la puso suavemente en sus manos acompañando el gesto de una única frase: “recuerda, 24 horas y tres deseos”. Aquel mensajero, que no era tal, se dio la vuelta y comenzó a caminar hacia la salida, mientras ella estaba segura de que sonreía con la misma fuerza que diez segundos antes.
Se sentó en aquel puff que tantas horas le había regalado para pensar. Dejó aquella curiosa lámpara en el suelo, con toda la delicadeza que se merecía quien dentro esperaba a ser reclamado. Comenzó a pensar, mientras el paso de las nubes marcaba el paso del tiempo… El sol comenzó a esconderse mientras ella continuaba sin saber qué pedir. Se dio cuenta de que a lo mejor no quería que su suerte dependiera de algo artificial, de la manipulación de su presente para moldear un futuro que no sería natural.
No quería distorsionar la realidad, prefería sentir lo que tuviera preparado su curioso destino. Si el mañana le tenía destinado llorar, esas lágrimas serían como ella, de verdad, sin artificios. Y si la protagonista debía ser una sonrisa de las que no se borran en días, tendría la ilusión de saber lo auténtico de la situación.
Cuando el reloj marcaba su última hora, frotó la lámpara. El genio le preguntó cuáles eran sus tres deseos. Ella abrió los ojos mostrándole una admiración infinita. Y sin saber qué palabras iban a salir de su boca, dejó que el momento decidiera:
“Que cuando mi vida me haya de regalar felicidad sea de verdad y no un espejismo; que cuando la vida haya de regalarme infelicidad no sea compartida ni dañe a quien quiero; que mi ilusión sea como es, bipolarmente única”.
El genio mostró una mueca puramente humana y le dijo: “perfecto, entonces te dejaré como estabas, hasta el momento siempre te has encargado tú solita de cumplir esos tres deseos”.

1 comentario:

  1. Tu felicidad es verdadera porque no mientes a nadie,tu infelicidad no es compartida porque te encargas de protegernos demasiado,y tu ilusión es mágica siendo así


    Privado facebookiano.

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