miércoles, 11 de enero de 2012

Finalizar para volver a empezar.


En su vida nada era sencillo, nadie le regalaba locuras si no era a cambio de mil perturbaciones… Su alrededor no esperaba ya historias bonitas que no tuvieran un millón de nudos.
Alguien le dijo en una ocasión que su tiempo estaba a punto de finalizar, para volver a empezar. Esa frase volvió a su cabeza una noche después de mucho tiempo. Se acordó de esas tres rosas que le regalaron en julio y que le alegraron la no alegría. Que curiosas son estas cosas, podemos recordar algo o a alguien que habíamos olvidado sin venir a cuento, de golpe, sin previo aviso. Volvía a sentir esa extraña sensación que ya conocía, esa que le volvía a “no consentir” ciertas cosas, la que limitaba sus pensamientos y actuaciones, incluso sus sentimientos. Volvió a reconocerse en el espejo, ¡qué gran noticia, se sentía tan libre, lo único que deseaba era demostrárselo a si misma y pronto!. Le hacía gracia darse cuenta de que cuanto más fría fuera por dentro sin que nadie pudiera percatarse de ese hielo, más feliz era, más plena era su sonrisa. Comprendió mucho con pocas palabras.
Llegó un momento en el que se dejó llevar por las situaciones, sin enfriar cada guiño en su interior. Pero se había agotado su reserva de calor, y volvía a sentir frío del que nadie te impone, sino del que tú mismo estableces fervientemente sin mirar atrás. Muy pocas personas sabían distinguir ese cambio en esta mujer, para los demás todo parecía seguir igual, pero no era así.
Su debilidad se convertía en dureza cuando ella decidía que era lo correcto. Persona cerebral a pesar de aparentar la fragilidad que aporta lo sentimental. Bipolaridad escrita a fuego, como digo a menudo.
Sus ojos brillaron durante mucho tiempo a pesar de que otras tantas veces no podían ver por las lágrimas. Ahora ni una cosa ni la otra. Se negó hace tiempo, no regalaría su primera mirada del día, y ahora volvía a pensar en todas aquellas cosas que marcaron los últimos meses y que tan a gusto le hacían sentir consigo misma.
Había decidido pensar en el presente desde su perspectiva de escarcha, eliminando todo aquello que no fuera coherente, dejando de prestar ciertas partes. Al fín volvía a ser ella, hoy iba a dormir como los ángeles.


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