Se encontraba dentro de un juego que le gustaba, del
que no deseaba ni una sola carta más de las que ya tenía en mano. Las miraba y
se sentía cómoda, mientras su sonrisa permanecía en su rostro. Sentía que no quería
cambios,aún sabiendo que las cosas cambian. No observaba sus cartas
habitualmente pues no tenía que pensar en ellas, simplemente la comodidad
invadía sus venas cada vez que su corazón bombeaba sangre. Su situación tenía
un toque de especial que no es fácil de encontrar, a pesar de muchos pesares, a
pesar de que en el presente no quería más de aquello que lo que ya tenía
entre manos.
Sólo encontraba una pega a aquella jugada que a ojos ajenos
tenía un tinte de absurda pero que a ella no le perturbaba lo más mínimo. Era
una persona de esas que “tocan”, que necesitan en ciertos momentos sentir la
cercanía física de la gente que ella había dejado entrar en su vida. Un abrazo
puede llegar a convertirse en la necesidad del momento en ocasiones en las que
tienes amigos lejos, aún no habiendo sucedido algo notablemente
negativo. A pesar de que sus voces alivian, a pesar de que ella estaba
habituada a tener amigos en la distancia, nunca se acababa de acostumbrar.
Tampoco quería acostumbrarse a la frialdad de no extrañar el tacto de alguien
que ella “consideraba” dentro de su mundo. Le encantaría que querer algo fuese
sinónimo de que fuese a pasar… Y en el fondo sabía que ,a pesar de que ella no
era de las querían muchas cosas, sino algunas pocas y básicas, seguramente no
pasarían. Pero como he dicho antes no se acostumbraba, no quería hacerlo, así que
seguiría con esa sensación hasta que esta desapareciera por cansancio o hasta
que se rompiera con una sorpresa.
"Sus yemas se niegan a enfriarse hasta el punto de no
necesitar el tacto que otras pieles le aportan."
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