No solía hacer participes de su
tristeza a quienes tenía junto a ella. No solía decir en voz alta las heridas propias para no contagiar a los demás.
Solía intentar salvaguardar a quienes tenía junto a ella intentando alimentar
esa felicidad ajena. Eso siempre le había completado su propio bienestar. Y de
pronto un día se cansó de entenderlo todo, de estar siempre para todo, de
excusar las malas acciones ajenas, de no poder odiar, de no guardar
resentimiento. Esta navidad le había regalado una situación curiosa. Había
coincidido cara a cara, en el mismo grupo, con alguien que participó hace mucho
en herirla, alguien con quien ella se había imaginado mil veces en esa
situación, viéndose a si misma decirle con mucha educación las palabras
adecuadas para demostrarle que no había perdonado. Pero la realidad fue otra, a
pesar de todos los pesares, le bastó un buen gesto de esa persona para que su
cerebro perdonase, para no tener ningún tipo de reproche que ofrecerle… Quizá,
detalle a detalle, sus neuronas se encaminaron a pensar en el conjunto. Ella no
era una persona especialmente buena, todos tenemos maldad… Así que esa no era
la excusa a las estupideces que hacía, a su “jodida forma de sentir”.
¿Por qué no sabía guardar rencor?...¿Por qué olvidaba
siempre lo malo, apiadándose de las personas por un par de simples acciones de
bondad?... ¿Era tan tonta que con un detalle la tenían contenta?.
Muchas preguntas comenzaron a recorrer su cabeza. Y llegó a
una conclusión… Consentía situaciones, entendía los límites que los demás
marcaban sin tener en cuenta si estos eran los que ella quería, respetaba las
necesidades ajenas intentando ayudar a que se cumplieran sin que nadie mirara
por las suyas y luchara por su felicidad. Era la única culpable de muchas cosas
que le pasaban. Luego se quejaba de no recibir lo que daba...Ingenua!.
No era normal no odiar, no poder reprochar al día siguiente
de un enfado… Igual que se calentaba, se enfriaba. La memoria le fallaba cuando
a fallos ajenos se refería.
Y llegó el día en el que se cansó. Se cansó de que nadie
arriesgara por ella, que nadie observara sus detalles, de que nadie se muriera
por arrancarle una sonrisa, de que nadie viera sus necesidades esforzándose por
cubrirlas buscando únicamente su felicidad.
Sólo quería aprender a comportarse como los demás lo hacían,
sin arriesgar partes de ella, sin involucrarse en una felicidad que no era
propia.
Mañana todo esto quedaría a ojos ajenos en un simple recuerdo, un mal día.Mañana se volvería a forzar a ver solo lo bueno, a excusar que los demás no le demostrasen lo que ella si demostraba... Aunque le tocaba pensar, y eliminar aquellas jugadas que no le demostraran que ella era algo más que mero atrezzo de una obra de tercera.
q injusta es la vida cntigo
ResponderEliminarq buena eres y q malos los demas